cuando el animal de fondo sube la cabeza estalla
desde tu boca de grana un último aullido
de la mano sangrienta la voz que la hiere
óbolo de tinta que la noche engulle
no mires atrás
como barco a la deriva de Naxos
al destino infinito magullado de polvo
agarrados en puertas
ciegos destruidos de sed
cayendo
de la fuente sin agua es el estruendo de la risa
acallada,
vomitada,
engullida,
escupida
el púlpito hilado del desprecio
negro de humo arábigo gelatinoso
en formas difusas te alteras burlonamente
ensordeciendo el agua
y pagas tu tributo
y recaes
al infinito
de la superficie
de la palma
del labio.
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